Las gorgonas eran tres hermanas llamadas Esteno, Euríale y Meduza, de las cuales Esteno y Euríale eran inmortales y Meduza era Mortal, pero podía convertir en piedra a cualquier ser vivo que la mirara a los ojos.
Perseo, le promete al rey Polidectes traer la cabeza de meduza. El rey accedió encantado pues se había enamorado de Dánae y veía en ello la posibilidad de alejar al joven lo más posible de ella.
Guiado siempre por los dioses Atenea y Hermes, Perseo partió de Sérifos y se dirigió primero al lugar donde vivían las Grayas, tres viejas hermanas, que tenían un solo ojo y un solo diente para las tres. Perseo les arrebató el ojo y el diente y no se los devolvió hasta que éstas le indicaron el camino que le llevaría hasta las Ninfas. El héroe se encaminó a la morada de las Ninfas y recibió de ellas tres objetos mágicos que le serían muy útiles: unas sandalias voladoras, un casco que hacía invisible a quien lo llevara y una kíbisis (una especie de zurrón).
Salió volando con ayuda de las sandalias hasta los confines del mundo, hasta el lejano occidente donde encontró a las tres Gorgonas dormidas. las tres gorgonas eran iguales, tenían cabellos de serpiente, garras y colmillos.
Con la ayuda de Atenea que guiaba su mano, Perseo consiguió cortar la cabeza de Meduza, haciendo que la monstruosa mujer reflejara sus ojos en el escudo del heroe. Entonces, de ese cuello cortado nacieron el guerrero Crisaor y el caballo alado Pegaso. El héroe metió su trofeo en el zurrón y, perseguido por las dos hermanas que se habían despertado, voló hacia el país de los Etíopes. La mirada petrificadota de Meduza le servirá después para vencer al monstruo que iba a devorar a la princesa Andrómeda y para vencer también a los pretendientes de ésta. Tras el episodio de Andrómeda y otras aventuras, la diosa Atenea recogió la cabeza de Medusa y la fijó para siempre en su égida.
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