lunes, 16 de febrero de 2009

Mandragora



Según la tradición europea, se trata de una plata muy extraña, perteneciente a la familia de las solaceas capaz de destruir los oídos de quienes las arrancan de la tierra con sus gritos. Sin embargo este riesgo merecía la pena, dado que la mandrágora posee grandes propiedades curativas y mágicas. Se creía que su raíz gruesa y amarronada poseía también una forma que recordaba vagamente la figura humana.

Antiguamente se la consideraba analgésica y somnífera, y en grandes dosis puede causar delirios e incluso la locura. Servía para aliviar dolores crónicos y también era recetada para aquellos pacientes que sufrían de melancolía, convulsiones y reumatismo. También la usaban como anestésico, el paciente la masticaba antes de una intervención quirúrgica.

Era usada con frecuencia en pociones de amor y se dice que Circe, la hechicera más famosa de la mitología griega, la usaba para preparar sus elixires.
Según la tradición anglosajona, la mandrágora expulsa los demonios del cuerpo de los poseídos y si se la usaba seca en un amuleto servía para alejar el mal. Por otro lado, según otras tradiciones, se creía que los demonios vivían en las raíces de esta planta y quien la llevara podía ser acusado de brujería.

La adivinación también era una de las tantas artes donde se aplicaba la mandrágora. Los adivinos aseguraban que sus raíces con forma humana pueden oír y responder preguntas sobre el futuro. En Alemania incluso, se les daba un cuidado muy especial y riguroso para que estuviera lista y dispuesta a responder cualquier pregunta importante que pudiera surgir.

Hoy en día la mandrágora ha perdido su implicación sobrenatural y se utiliza como especia de cocina (si está curada) o como estupefaciente (si no está curada).

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