martes, 19 de febrero de 2008

Sirena


- Ulises y las sirenas (1891) -

Según la mitología griega, las sirenas eran hijas de Caliope y el río Aquelos. Se dice que en un comienzo eran criaturas con el rostro de mujer y el cuerpo de ave y poseían una hermosa y seductora voz. Tan bellas eran que osaron competir contra las musas, quienes las vencieron y les arrancaron todas las plumas.

Avergonzadas, se retiraron a las costas de Silicia en donde cambiaron sus alas ya inservibles por largas colas de pez.
Sus cantos producían una enorme atracción, tanto así que provocaban que los marineros desviaran su curso y se estrellaran contra las rocas.
A las sirenas se las describe con frecuencia asomándose a la superficie del agua, o sentadas en una roca, peinándose su largo y rubio cabello con una mano y un espejo en la otra; se las considera seres inalcanzables y hermosos.
Según las diferentes tradiciones se dice de ellas cosas contradictorias: que adivinan el futuro, que otorgan poderes sobrenaturales a las personas, que con sus cantos hacen que los hombres se enamoren de ellas y los arrastran al fondo del mar para devorarlos o transformarlos en sus amantes bajo el agua. Es un personaje muy ligado a la literatura clásica. En la Odisea de Homero, unas sirenas intentan seducir con sus cantos a Ulises y su tripulación cuando navegaban de regreso de la guerra de Troya; Platón, en La República, sitúa a ocho sirenas en las esferas que separan el mundo de los espacios celestes; Ovidio en las Metamorfosis, hace que estos seres alados acompañen a Perséfone en sus viajes al Hades.

- imagen posterior y más popularizada de la sirena -

El tritón, como contrapartida masculina, es una criatura semejante a la sirena que aparece en las mitologías babilónica, semítica y pregriega. La misma idea se reproduce en la sirena japonesa Ningyo y en Vatea, el dios creador polinesio.
La leyenda de las sirenas se inició en los relatos de los marineros que tomaron como tales a mamíferos marinos, como manatíes, vacas marinas y focas. En la civilización occidental, se continuaron registrando avistamientos hasta el siglo XVIII, cuando el racionalismo empezó a echar abajo la superstición y la fantasía.

Las sirenas tenían una voz de tal dulzura que los marinos que oían sus canciones eran atraídos hacia las rocas sobre las que las ninfas cantaban. El héroe griego Odiseo fue capaz de seguir adelante al pasar frente a su isla porque, siguiendo el consejo de la hechicera Circe, tapó los oídos de sus compañeros con cera y él mismo se hizo atar al mástil de la nave para oír las canciones sin peligro. En otra leyenda, los Argonautas escaparon de las sirenas porque Orfeo, que estaba a bordo de la nave Argo, cantó tan dulcemente que consiguió anular el efecto de la canción de las sirenas. Según leyendas posteriores, las sirenas, avergonzadas por la huida de Odiseo o por la victoria de Orfeo, se arrojaron al mar y desaparecieron.


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